Son las 2:55 am. Tengo el ventilador pegado a la nuca y trato de encontrar algo interesante para hacer en la Internet. Seleccionar íconos se torna bastante aburrido y ya no puedo encontrar una excusa para engañarme a mí misma y seguir con las nalgas pegadas a la silla con el simple interés de viciar un poco más. Sin embargo, viciando, me puse a ver fotos viejas de HP y la melancolía no tardó en aparecer. Extraño tanto esperar a que saliera cada libro... ir a buscarlo a la librería el día del estreno con el único objetivo de tenerlo en mis manos y no dormir ni comer tan sólo para seguir leyendo. Extraño levantarme cada día y pararme frente al estante a decidir cuál de los siete libros iba a tomar para releer y sonreír una vez más ante mis partes favoritas. No sé, simplemente lo añoro demasiado. Porque a pesar de que tal vez no esté tan pendiente como antes, esa historia me marcó y me marca muchísimo e incluso colaboró para formar a la persona que hoy en día soy. No me importa que suene estúpido, cursi, patético porque puedo afirmar sin dudar que si todo ese mundo mágico no hubiese entrado, de cierta forma, en mi vida muchas cosas serían distintas. Y una vez más, tal como tantas otras veces, deseo tener una varita mágica, un libro de hechizos y caminar por ese imaginario castillo con Harry, Ron y Hermione junto a mí.
